Su principal representante
es Carlos Marx, quien en su filosofía se propone dar una interpretación de la
realidad humana, que sea al mismo tiempo un propósito de transformación, por
tanto dice: los filósofos hasta el momento no han hecho más que interpretar el
mundo, ahora se trata de transformarlo.
Esa transformación sólo se
es posible si el hombre se relaciona consigo mismo, con los otros hombres y con
la naturaleza que le proporciona los medios de subsistencia; estas relaciones
son determinadas históricamente por los medios de producción y por los medios
de trabajo.
El trabajo es la relación
real objetiva que el hombre establece con el mundo externo y con los otros
hombres y forma en el hombre una personalidad determinada. Las relaciones de producción
constituyen la estructura económica de la sociedad y es el elemento determinante
de la realidad humana y de la historia y todas las ideologías religiosas,
filosóficas, morales y políticas construyen la superestructura y se consideran
como reflejo de la estructura económica.
La historia no es para Marx
un simple agregado de hechos muertos como lo presentan los idealistas, sino un
proceso en que cada fase es parte fundamental de la otra, cuya esencia es la
actividad humana, en la cual participan los individuos reales con todas sus
exigencias, su trabajo y su iniciativa productiva.
La realización de una
personalidad humana unificada completa, no es un problema individual, sino que
es un proceso de perfeccionamiento social determinante de la transformación de
la estructura económica.
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